Siempre hablamos de aquel amor a primera vista... yo lo recuerdo bien. Esperábamos un bus que nos llevaría de Valparaíso a Santiago. Nuestro cariño es inspirado por la lluvia porteña... el cansancio, las marchas y la espera de el bus que nunca llegó.
Esa noche era tu cumpleaños.
Volvimos a encontrarnos en una asamblea, aquella vez nos conocimos.
Conversamos toda la noche y por la mañana, muy temprano y sin dormir, fuimos a tomar un café, sentadas en una mesa de la vereda.
De ahí hasta hoy un pestañeo...
O de ahí hasta hoy una eternidad, la que prefieras.
Yo diría que ambas o "ambas dos" como dicen algunos. No vaya a quedar dudar.
Creo que conocerse bajo tierra hizo que el salir, juntas, fuera más que un desafío... un despertar.
Y no seguiré con la metáfora, no te preocupes.
Y es que lo nuestro es, mágicamente extravagante, como divas de mala muerte o carticaturas de la misma índole. Esoterísmos de dudosa categoría. Gustos exóticos y tardes de sol con bolsas en la cabeza. Rayamos entre cigarros, té y ansiedad a niveles preocupantes... chocolates y rojos... canciones, mostacillas y el anhelo de plumas.
Muchas veces unas yeguas... en el fondo una maracas, pero siempre y mientras se parezca, señoritas...
(primera parte)
miércoles, 10 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
que siga...
tu final me encantó... bizarramente una poética descripción.
Publicar un comentario